RETRATOS 1.
La leyenda dice que es capaz de oler un estofado de patatas con carne a dos kilómetros de distancia. Y lo cierto es que, en su cabeza, la orografía española se compone de un conjunto de bebidas y platos gastronómicos. Asomado al tren que recorre España, no ve montañas, ríos o edificios, sino codillos, lentejas, chuletones, merluzas o paellas. En realidad, no importa mucho cómo empiece el menú, pues el final siempre será el mismo: café, copa, puro y una larga sobremesa. Y si la noche le sorprende metido en faena, saca su guitarra y mamporrea, con buen gusto y poca discreción, a Raymundo, a los Chichos y al gran Bambino. Cuenta que una vez se encontró con Kiko Veneno y Rosendo, y que, paralizado y sin poder articular palabra, reaccionó dándoles un fuerte abrazo. Aquel día estuvo cerca de tocar el cielo. En el otro lado, se imagina el infierno como una especie de discoteca, un lugar donde no cabe la conversación ni el flamenqueo. Su sitio está en otra parte, en las tabernas donde tiran las cañas con el ritual que se merecen, en los chiringuitos que miran al mar y dan la espalda a la gran urbe, en las plazas donde se escucha el rumor del mercado y las muchachas coquetean con los rayos de sol. En alguno de estos lugares debió de perder, hace ya mucho tiempo, la vergüenza pues ahora se toma la vida con descaro y naturalidad. Y así, con la espontaneidad como bandera, lleva muchos kilómetros, muchos más de los que dirían los 28 añitos que acaba de cumplir.