DOMINGOS SIN SUEÑOS144. Después de todos los días de lluvía, de nuevo el cielo trae el azul que había escondido a los grandes espacios de las alturas. Entre las calles, donde las pozas duermen como charcos del campo, y la clara alegría que se enfría en lo alto, hay un contraste que hace agradables las calles sucias y primaveral el cielo de invierno banal. Es domingo y no tengo nada que hacer. Ni soñar me apetece de tan buen día que hace. Lo disfruto con una sinceridad de sentidos a la que la inteligencia se abandona. Paseo como un empleado liberado. Me siento viejo, sólo para tener el placer de sentirme rejuvenecer.
(Fragmento del El libro del desasosiego. Fernando Pessoa)