EL DIVAN DE AMALFITANOTardamos siete meses en hacernos con Band á part, la película que inspiró a Tarantino para rodar el baile de Vincent Vega y Mía de Pulp Fiction. Entonces no había videoclubs especializados en cine clásico, ni videotecas públicas, e internet era una palabra que únicamente manejaban algunos yankies. En 1996 buscar una película de 1964 exigía una labor de coleccionista. Ahora bien, la recompensa que proporcionaba el hallazgo era indescriptible. Hoy en día, el Emule, el jodido emule, ha eliminado la figura del rastreador, basta con teclear el título de la obra y al poco tiempo ya tienes el documento en el ordenador. Creo que mi gusto por la obra es directamente proporcional al esfuerzo que ha costado conseguirla. Patético. Me decepciona saber que, realmente, nunca fui un cinéfilo sino un simple coleccionista. Si en vez de películas, hubiese optado por juntar canciones, sellos, soldaditos de plomo o navajas de Toledo, el placer hubiese sido el mismo.
Fue Sofía quién encontró Bánd á Part en un videoclub de París, la alquiló y luego se vino con ella a España. Todavía deben estar esperando que la devuelva. Yo estaba en casa de L, y Sofía entró por la puerta agitando el estuche de la película, se subió al sofá y empezó a saltar. Su falda parecía uno de esos paraguitas que se ponen en los cócteles por cómo se abría y cerraba con el movimiento de sus saltos. El viejo VHS de L se tragó la película y nosotros nos apretujamos en el sofá. La vimos dos veces seguidas. La escena del baile la pusimos 15 veces, por lo menos. Luego ensayamos la coreografía y estuvimos bailando hasta las 2 de la mañana.